miércoles, 28 de noviembre de 2007

Si mi mujer me pone los cuernos, ¿debo preocuparme?






CONSULTA #7



Después de tomar un café con un amigo, estoy realmente preocupado. NO sé por qué, pero la conversación derivó en mi amigo contándome una serie de historias horripilantes. Terror puro y duro. Como la de aquella chica que se lió con otro en pleno viaje de novios, o la otra que ni esperó a que pasara la noche de bodas: pretextó encontrarse mal en la fiesta y su marido la encontró en pleno folleteo con un invitado... ¡en la habitación del hotel que habían reservado para pasar su primera noche como matrimonio! Por no hablar de aquel otro caso... no, no quiero seguir. Acabé con el estómago revuelto y atando cabos. Yo soy de esos tíos anticuados de los que quedan pocos, que quiere a su mujer y nunca soñaría en montárselo con otra... no que nosotros nos lo montemos muy a menudo, pero en fin, son diez años de matrimonio y es comprensible. Pero me voy por las ramas: el caso es que de resultas de la conversación con mi amigo, recordé que mi mujer ha estado últimamente algo distraída, alejada, y pasando mucho tiempo fuera de casa... y de cobertura de móvil. Creo que tiene un amante, menos mal que ha tenido paciencia y hemos pasado la noche de bodas y la luna de miel sin mayores tropiezos, porque no aguantaría el bochorno de que me pusiera los cuernos delante de nuestras familias y nuestros invitados.

Y volviendo al presente, ¿qué hago? Quizá debería comportarme como un "latin lover" y sacar la navaja e ir en busca de ellos, de mi mujer y su ligue, pero la verdad es que mi temperamento no es así. Lo que me apetece es seguir con mi rutina, pasar de todo, y si tiene un amante, que lo disfrute, pero que no me maree con sus andanzas. A mí me gusta vivir sin sobresaltos, con toda la vida planeada cada día,... ¿Cree usted que estoy enfermo por pensar así? ¿Debo consultar a alguien?


Pepito Morales (Villanueva de Arriba) (*)


DOCTORA MAIATU:


Qué va, qué va, no estás enfermo, lo que pasa es que eres un comodón y un vago... ;-) Por lo menos lo reconoces, chico. Mira, puede que algún día tu mujer llegue a casa y te anuncie que te deja, pero otra posibilidad es que sea tan acomodada como tú (si se ha casado contigo por algo será, ¿no?) y sigáis ambos en el limbo por los siglos de los siglos: tú con crecientes cuernos y ella con crecientes amantes. Pues muy bien, no es lo que yo llamaría el matrimonio ideal, pero puede valer si os encaja a los dos y ninguno quiere cambiar, felicidades, y a disfrutar de vuestro... ¿matrimonio? ¿O diría mejor pandemonio? ;-)

(*) Estos casos son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia... o debería serlo.

Amo a tres hombres a la vez


CONSULTA #6

Doctora, ¿qué hago? Le aseguro que no soy ninfómana ni nada de eso, es más, hasta hace poco he sido bien tradicional. Mi primer novio, Carlos, ha sido mi único amor... hasta hace un mes. Ni siguiera estamos en primavera, pero yo me estaba sintiendo algo... tontita, ligera de cascos, con mariposas en el estómago, usted ya sabe la sensación.

Y entonces conocí a Juan haciendo la compra. ¡Era y es el hombre más maravilloso del mundo! Fue un flechazo y nos dimos cuenta en seguida. Pero entonces, a la salida del supermercado, el cajero... Lucas, se llama, zaaas, ¡segundo flechazo del día!

Tuvimos que disimular porque Juan iba justo detrás de mí, colocando en la cinta sus pimientos de Padrón y congelados, pero me las arreglé para volver pretextando que se me había olvidado algo en la caja, y citarme con Lucas. Luego, una vez afuera, apañé otra cita con Juan. La tercera cita fue con mi marido, que me esperaba en casa. No falté a ninguna, y desde entonces mi vida ha sido como una telenovela. Vivo sin vivir en mí, pero al mismo tiempo nunca había disfrutado tanto, escondiéndome de unos y de otros. ¿No seré ninfómana, después de todo?


Luci Callos (La Gomera) (*)




DOCTORA MAIATU:


No cielo, qué vas a ser ninfómana. Tú estás viviendo lo que casi todas las mujeres hemos soñado alguna vez, convertirnos en Angelina Jolie e ir a por todas. Mira nena, casi te puedo decir con seguridad que esta historia va a acabar muy mal, y que va a haber host... a repartir entre todos. Pero no creas que te estoy desanimando, no. Al contrario, si yo fuera tú lo disfrutaría mientras durase, y una vez se haya descubierto el marronazo, y todos tus ligues te hayan llamado p... a la cara y desahogado, tú te ríes por dentro y empiezas de cero.
La primera vez es la más difícil, mira si no a tantas grandes figuras de la historia, como Cleopatra o Josefina, que una vez que le cogieron el tranquillo se divirtieron de lo lindo. Piensa en que vas a ser la envidia de todas tus vecinas, que por fuera te llamarán fulana, pero por dentro no pueden de los celos y de "qué tendrá ésa que no tengo yo". Así somos las mujeres. En cuanto a los hombres... bueno, pobrecillos, ésos no cuentan mucho en esta película, son como las energías renovables. Pues los renuevas cuando se acaben las pilas, y a vivir que son dos días. Y de ninfómana, nada, tú lo que pasa es que has visto la luz... antes de que fuera demasiado tarde. Muchas felicidades, chavala.
(*) Estos casos son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia... o debería serlo.

martes, 27 de noviembre de 2007

No aguanto en un trabajo más de tres meses




CONSULTA #5
Hey, doctora, he visto que se toma algunas consultas a cachondeo, pero le pido por favor que me eche una mano con mi problema, y nada de bromas, que estoy preocupada de verdad. Resulta que no aguanto más de tres meses en un trabajo. Con el paro que hay y todo, no puedo evitar que a los tres meses me entre una compulsión y tenga que salir por la puerta. He salido de todas las maneras: con portazo, con escenita, tranquilamente, sin que nadie se enterara, previo acuerdo con el jefe, en plan de volveré mañana... y sin volver, en plan de vacaciones que luego se hicieron indefinidas... qué le voy a contar, soy una enciclopedia andante de la dimisión voluntaria, porque la verdad es que nunca les he dado tiempo a echarme.
Pero mis padres empiezan a pensar en meterme en un psiquiátrico y yo tampoco sé muy bien por qué hago eso. Bueno, sí lo sé: porque he tenido tropecientos curros y ni uno solo, fíjese bien, ni uno solo con condiciones decentes. Cuando no tenía una mierda de sueldo tenía un contrato basura, o bien ningún contrato, sin Seguridad Social ni nada; o bien de milagro que conseguía un contratín medianamente decente, y entonces el jefazo se creía con derecho a mi vida y a mi alma. Y hala a tragar mecha, respondiendo ante él en cualquier momento del día y de la noche. Hubo un curro en que estuve a punto de ir al psiquiátrico, del acoso al que me sometían. El puto teléfono sonaba a todas horas, les daba igual que tuviera descanso o vacaciones que que no.
Y luego lo más gracioso es que cuando, después de haber aguantado las condiciones más infames durante unas semanas, o meses, les dices que te vas, se alucinan y se cabrean, como si estuvieras despreciando el chollo más grande de la tierra. "Si es que hay cola para este puesto, piénsatelo bien", llegó a decirme uno de mis mandamases. Y hasta sería verdad. Total, que no es que me arrepienta de haber dejado esa mierda de trabajos, pero necesitaría una forma de salir del paso y conseguir algo estable para por fin tener un sueldo y poder montármelo en plan adulto. Que los años van pasando y una ya no está para tantas gilipolleces como antes. Seguir con mis padres a los 35 me toca los ovarios. Por favor, doctora Maiatu, ayúdeme con un buen consejo.
Mamen Hartanunca (Lugo) (*)
DOCTORA MAIATU:
Mira, Mamen, la mayoría de la gente se deja llevar por el miedo y se agarra a cualquier trabajo, por miedo a no encontrar nunca otro. Y ahí se pasan la vida, mes tras mes, pasándolas putas pero por lo menos cobrando algo a día 30. Ésa es la vía general. Lo que hacen los currantes para sobrevivir, emocionalmente hablando, es vivir vidas paralelas, por un lado son zombis en el trabajo, y sólo recuperan su antigua personalidad en sus ratos libres. Claro que la doble vida pasa factura y al final su existencia toda se tiñe de un tono grisáceo (qué poética me he puesto).
Pero no te desanimes, hay otra opción. Claro que es más arriesgada y puede que tengas que pasarte unos cuantos años bohemios sableando a amigos, parentela y conocidos para sobrevivir, hasta que tengas éxito... o definitivamente dependas de la beneficencia.
Es aquello que dicen los yankis de la Nueva Era, tan bonito: "Ponte a hacer algo que realmente te guste, y ya no tendrás que trabajar un día más en el resto de tu vida". Supongamos que a ti te gusta hacer teatro (lo del portazo en la oficina me ha puesto sobre la pista), o equilibrismo, o patinete,... o yo qué sé. Mira a ver si encuentras alguna manera de rentabilizar tu "hobby". Cosas más raras se han visto que gente que se empeña en salir adelante con sus aficiones, y al final acaban multimillonarios. Pruébalo, bonita, que para la primera vía, la general, siempre estás a tiempo. Mucha suerte y ya me contarás. Con tal de que no se te ocurra hacerme la competencia poniendo otro consultorio... :-O
(*) Estos casos son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia... o debería serlo.

lunes, 26 de noviembre de 2007

El gafe se hereda; yo soy la prueba


CONSULTA #4
Desde hace dos meses estoy muy preocupado. Hasta ahora no me había importado mucho la historia de la familia, pero es que llevo semanas sin hacer una a derechas. Y cuando pienso en mi abuelo y en mi padre... que a ver si hay algún gen de esos hereditarios que me hayan "pasao"... pues entonces estoy "jodío".
Porque lo de mi abuelo traía tela... que puso una granja de pollos poco antes de la Guerra Civil, y primero pasaron por allí los "azules" y no dejaron ni una pluma, del hambre que traían. Pues el hombre, con más moral que el Alcoyano, recoge los pocos ahorros que le quedaban e intenta resucitar el negocio. Pero qué va, en éstas vienen los "rojos" de la montaña y hala, vuelta a dejarle sin nada. En esas circunstancias, mi abuelo se quedó arruinado y ya desde ahí, no volvió a levantar cabeza. Negocio que montaba, negocio que se iba a pique por las tonterías más grandes. Cuando puso una sastrería, se inventó el "prêt-à-porter". Si le daba por los sombreros, dejaban de llevarse. Y así sucesivamente, una pena todo.
Lo de mi padre fue de aúpa también. Era capaz de chocar con el coche en una carretera secundaria en la que no pasaban dos vehículos en todo el día, él... y el otro con el que se estrelló de frente. Que para más colmo venía en su mismo sentido. ¿Cómo pudo hacerlo? Nadie lo sabe hasta el día de hoy.
En las tiendas del barrio le temían y hasta había alguno que colgaba el cartelito de "cerrado" en cuanto le veía acercarse. Porque establecimiento en el que entraba, establecimiento que iba de culo. El bar de la esquina tuvo que cerrar tres veces, hasta que al nuevo dueño se le ocurrió prohibir la entrada a perros... y a mi padre.
En el amor no le fue mejor: mi madre, una santa pero muy humana, le puso los cuernos por todo lo alto con un técnico electricista que vino un día a revisar la instalación del edificio. Revisó la instalación... y a mi madre.
Mi padre, pobre hombre, tuvo la mala suerte de no enterarse hasta el día antes de su muerte, cuando mi madre en conciencia no pudo callar más, y cuando a él no le daba tiempo a cambiar el testamento. Y cuando en realidad le daba igual, porque para qué morirse "disgustao". Pues así se murió, pobrecillo. Gafe hasta el final.
Yo hasta ahora pensaba que me había librado de la herencia familiar, pero no. Hace tres meses yo llevaba una vida más que decente: ahora estoy en el paro, sin saber por qué, el dinero se me acaba y no me sale una oferta de empleo ni de casualidad. La única que me salió era una engañifa "pa" vender de puerta a puerta, y mientras aceptaba ésa, perdí otra que me valía. Cago en... A mi mujer la tengo con las maletas en la puerta, a punto de irse porque dice que ya no me soporta, pero que me deja a los niños, que a ella le toca vivir la vida, y bla, bla, bla... ¡Pero qué más vida quiere vivir, si nunca ha pegado golpe, y siempre ha tenido de todo como una reina! Y de nuevo las tiendas del barrio están en estado de alerta conmigo, que ya he empezado a notar malas caras, a ver si me cuelgan a mí ahora el dichoso cartelito de "prohibida la entrada". ¿Se le ocurre algo para librarme del gafe heredado, doctora?
Chus Milvientos (Girona) (*)

DOCTORA MAIATU:
Me parece que el "gafe" tuyo no es heredado, Chus, sino que lo estás creando tú a fuerza de bien. Repasemos tu historia familiar: si tu abuelo era tan "gafe" como dices, que nadie lo niega, y si tu padre ídem de ídem, y sabemos que tu madre se lió con el técnico electricista, ¿cuántas posibilidades tienes tú de ser legítimo? Muy pocas, hijo, muy pocas. Seguro que eres hijo del técnico ése, que la suerte la tenía a espuertas, ya ves qué bien salió del paso. O... ¿no creerás que tu padre, con lo gafe que era, iba a pasarse sin cuernos 100%, no? Yo apostaría por olvidarme de "gafes" y tonterías y reconocer tu herencia, ir en busca de tu verdadero padre, gritarle "papaaa" a la cara con lágrimas en los ojos, y con la insinuación de que ahora hay análisis de paternidad y demás zarandajas, sacarle pasta a espuertas hasta que encuentres otro trabajo. A él se le acabó la suerte, pero tú, Chus, acabas de empezar la auténtica buena racha.
(*) Estos casos son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia... o debería serlo.

jueves, 22 de noviembre de 2007

La tengo demasiada grande





CONSULTA #3
Seré breve, doctora. La tengo demasiado grande, ése es mi problema. Y no logro que ninguna de mis amigas... vamos, usted ya me entiende,... repita por segunda vez conmigo una vez que me han probado, porque dicen que duele y que para sufrir, prefieren fingir un orgasmo con otro que la tenga pequeñita, que así es más relajado. Así que no mojo pan desde hace tanto que ni me acuerdo. Y encima en la pandilla, que aquí en mi barrio nos conocemos todos, me han puesto de mote "El Espolón". Mi madre se niega a salir a la calle de la vergüenza que pasa con sus amigas. En el taller donde trabajo, ningún compañero quiere tomar una cerveza conmigo después del curro, para evitar odiosas comparaciones. Y yo ya no sé qué hacer. En Internet todo son anuncios para aumentarse la pirulina, nadie habla de bajársela. ¿Se le ocurre algo?
Lolo Malfario (Carbancha) (*)

DOCTORA MAIATU:
Se me ocurre que te has equivocado de profesión, Lolo, que tienes un futuro brillante y que no lo sabes. Si ya lo dicen los americanos: "Dios da pañuelo a quien no tienes narices". Y las narices para ti es el negocio del porno, chaval, que mueve miles de millones al año, y que cuando te vean aparecer con tu herramienta se te van a rifar, ya verás. Y a partir de ahí, la cosa es fácil, porque tienes lo principal. Te vas a forrar. Mándame una propinilla cuando consigas tu primer sueldazo millonario. Ya alquilaré alguna de tus obras de arte en el videoclub. Un besazo, y a cuidártela bien, que eso que tienes en la entrepierna es la gallina de los huevos de oro.
(*) Estos casos son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia... o debería serlo.

miércoles, 21 de noviembre de 2007

Los vecinos del quinto me han echado la puerta abajo


CONSULTA #2
Ayúdeme doctora Maiatu:
Soy el guardián de una finca urbana (bueno, el portero de siempre) y lo que me ha pasado recientemente es para aparecer en "El Caso". ¡Que me han tirado la puerta de mi casa abajo unos indeseables del quinto! Ni en "Aquí no hay quien viva", vamos. Y eso que yo podría contar cada historia de esta nuestra comunidad... como que los inquilinos se hacen mayores y algunos ya pasadísimos de cabeza y talante. La del octavo, todos los días se va a la compra, vuelve y me deja el carrito lleno de víveres "aparcado" delante de mi garita en el portal. Y hala, todos los días arrastrando el dichoso carrito hasta el ascensor y subiéndolo. Y eso, cuando el ascensor, que también data del año del colerón, no se estropea. Entonces, o subo el carrito los ocho pisos a pie, que lo hice una vez y juré por mis muertos que nunca más; o me dedico a esperar a que la señora vuelva a salir de su piso, que a veces se tarda varias horas. Y ella, tan fresca, sin acordarse para nada de sus compras. Lo más que me dice es: "¡Braulio, hoy mismo he comprado yo también merluza fresca, como la que me trae en ese carrito!" Para merluza la que arrastra ella en su cabeza, digo yo. Que hay veces en que se me contagia y no sé si voy o vengo. Menos mal que tampoco calcula en cuestiones de dinero y en las últimas Navidades... ¡me largo una propinazaaa! 600 euros del ala me cayeron, y a ella le parecía poco. En fin, que con golpes así uno sigue aguantando.
Luego están los impresentables del sexto. Éstos tuvieron unos hijos impresentables, qué menos,y ahora tienen nietos. ¡Y qué nietos! Están al acecho con botellas de agua llenas para que, cuando un servidor salga al patio, le caiga un buen chaparrón. Ya he protestado varias veces y nada, siguen soltando a las fieras. ¡Qué cruz, qué cruz!
Pero lo que ha colmado el vaso, y ha hecho que me replanteara cambiar de profesión, ha sido lo de este fin de semana. El quinqui del quinto es hijo de los dueños del piso y, aprovechando que sus padres estaban fuera, se fue de juerga con su novia, una guarra de mucho cuidado, sólo hay que verle las piernonas gordas enfundadas en una mini mini que se pone. Y no es que yo sea mirón, pero con esas pintas la ve cualquiera a dos kilómetros de distancia, no hay forma de evitarlo. El chaval viste bien, en cambio, se nota la pasta de los papis, pero de la azotea casi está peor que la del octavo. (Aquí entre nosotros, yo creo que se mete algo, porque ya me dirá usted si no). Espere, espere, que le cuento.
Eran las tres de la madrugada y yo, con mi parienta, dormía el sueño de los justos. Los fines de semana son algo más calmados y aprovecho para reponerme de la convivencia diaria con ésta nuestra comunidad. Y de repente, ¡boom! un zambombazo espantoso que hace que aterrice en el suelo desde la cama. Mi parienta, que se despierta también, y ni corta ni perezosa, me anima a que sea yo quien dé el do de pecho y me lance por el pasillo adelante. "¡Braulio, que tú eres el hombre!" El hombre, el hombre,... cago en... Pues que cojo aliento, y un bastón grueso que tengo para ir de pascuas a ramos al monte, trago aire, y me decido. Entro en el salón como una tromba, porque malos tragos, pasarlos pronto, y ¿qué me encuentro? Al vecinito del quinto, uno ochenta de estatura y cero gramos de cerebro, un armario de chaval todo colocado y tambaleándose, mientras su supermoza le sujeta de un lado y él, al verme, gime: "¿Dónde están las llaves?", que sólo le faltó añadir "matarile, rile, rile". Me fijo y a través del salón veo que, que... ( me atraganto) ¡que se ha cargado la puerta, que la ha arrancado de las bisagras y ha entrado cual Obelix! Lo siguiente que pasó fue que el chaval se agacha y echa una pota monumental en medio de la sala. Y después, el diluvio, que se desmaya. Ahí fue la de Troya. Gritos, carreras, llamadas a sus padres a ver qué hacíamos. Total, que una semana después el suceso sigue siendo la comidilla de los vecinos, yo sigo sin puerta, pero por lo menos los del quinto me han pagado una indemnización para que no denuncie a la policía. Parece ser que el chico se fue de juerga y se olvidó las llaves para entrar en el piso. Alucinando como estaba, recordó que yo guardo copia de las llaves de todas las viviendas en mi casa, y decidió coger la suya, sin importarle las puertas ni barreras que encontrase en su camino.
El caso es, doctora Maiatu, que yo ahora me encuentro muy deprimido, como con resaca. ¿Esto es normal? ¿Qué hago, dejo el trabajo? Porque lo que me ha pasado me ha dejado secuelas, que me despierto en medio de la noche con pesadillas y temblores, soñando que alguien ha vuelto a entrar en mi casa. (Ahora, que todavía estamos sin puerta, lo tienen chupadísimo). ¿Qué hago, qué hago? Ayúdeme, por Dios.
Braulio Z. (Cabañaquinta) (*)


DOCTORA MAIATU:
Pues algo parecido al chantaje, Braulio, hijo, si lo tienes a huevo, vamos. Que conste que yo no he hablado de extorsión, sólo lo digo para aclarar conceptos, no vaya a ser que me cierren el consultorio. De lo que hablo es de un acuerdo amigable con los del quinto, que tú mismo reconoces que están forrados. Coméntales como quien no quiere la cosa que podrías sacar algún dinerillo contando esto en uno de esos programas tipo "Diario de Ledizia", y que no vas bien de fondos este mes, y recuérdales lo de tus secuelas, que eso hasta podría ser denunciable, y saldría su hijo en la prensa, y bla bla bla. En un minuto seguro que se ofrecen amablemente a darte la ayudita mensual que necesitas para superar temores y pesadillas. Y hala, a vivir que son dos días. Cuídate, amigo, y que te mejores.


(*) Estos casos son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia... o debería serlo.

martes, 20 de noviembre de 2007

Pago los plazos de mi ex... ¡y no sé cómo parar!


CONSULTA #1

Estimada doctora Maiatu:

No sé cómo me he metido en este lío. Hace tres años entró en la oficina el hombre de mis sueños: encantador, divertido, supergalante,... Caí rendida en pocos días. Todas las mañanas me enviaba al trabajo un ramo de rosas, y por las tardes venía a recogerme puntualmente. Se ofreció a hacer la limpieza de mi apartamento,y la compra, y a sacar a mi perrita de mi paseo, qué le voy a contar, era Don Perfecto cien por cien. Mis compañeras del curro se morían de envidia y yo iba por la vida flotando entre nubes.

A los seis meses ya pensábamos en vivir juntos. Recogí mis cosas, avisé de que dejaba mi apartamento y partí rumbo a una nueva vida de risas y rosas. Y ahí empezó mi desgracia: descubrí que su piso, más que un nidito de amor, parecía el plató de "Con ocho basta". ¡Tenía cinco hijos de su primer matrimonio, el muy desgraciado, de los que no me había hablado! Y hasta un gato que no paraba de meterse con mi pobre "Cuqui", mi encantadora perrita. Estuve a punto de dar media vuelta y largarme allí mismo, pero el hecho de que hubiera desarrendado mi piso me frenó, y decidí probar con la convivencia. Aquello me perdió, las cosas fueron de mal en peor.

El hombre encantador desapareció y apareció el Cromagnon que no lavaba un plato y que a casa sólo venía por las noches a dormir. Y eso si había suerte, porque a veces trasnochaba fuera de casa, que me enteré yo por la prima de la panadera del barrio que se iba a dar un revolcón en su coche con una antigua novia, la muy guarra, que siempre estaba muy dispuesta.

Aguanté tres años de mal en peor. Gritos, peleas, insultos y descalificaciones. Pero era el único hombre con el que funcionaba bien en la cama y claro... el seso tira mucho. Después de uno de aquellos acelerones con los que me obsequiaba de Pascuas a ramos, aprovechó mi estado postcoital para lograr que pusiese mi firma en la compra a plazo de "unas cosillas para la casa", dijo el muy cabrón. Sólo cuando llegó el primer plazo me di cuenta horrorizada de que le estaba pagando la renovación de los electrodomésticos al completo, más sus caprichitos informáticos (consola veo, consola quiero), y otras cuantas chucherías más, por un monto de casi 500 euros al mes, la mitad de mi sueldo, porque una es mileurista de toda la vida y "pa" seguir.

Total, que la bronca fue monumental, y acabé yéndome a casa de mi hermana, y en ese momento me despidieron del trabajo, porque las desgracias nunca vienen solas. Y aquí estoy, cobrando el paro y dedicándo casi la mitad del dinero a pagar los plazos de mi ex, sin posibilidad de alquilar otro apartamento, porque el subsidio de desempleo no da para más. Pero todo túnel tiene su salida y el caso es que últimamente ha empezado a rondarme un vecino (de mi hermana) alucinantemente atento, que me dice unas cosas tan bonitas, y lleva a mi perra de la correa cuando la paseo y bueno, que me hace tilín. ¿Usted qué opina, doctora?


Mari Pepa (Móstoles)(*)


DOCTORA MAIATU:

(Suspiro) Mi consejo es que según te llegue el subsidio del paro cada mes, y una vez descontados los plazos que pagas a cuenta del cabrón número uno, agarres el resto y te vayas de compras, y no pares hasta gastártelo todo el día uno. Una vez que te hayas quedado sin liquidez para el resto del mes, ya puedes acudir junto al cabrón número dos, éste presunto, aunque sospecho que no tardará en aportar pruebas del calificativo. Podrás pasear con él, salir de copas con él, y hasta tener "seso" con él tranquilamente.

Si en algún momento hay que pagar algo, lo que sea, explícale que estás en tratamiento psicológico conmigo, y que no tienes ni un duro. Y si él te convence para que no sigas mi consejo, recuerda que aún no me has pagado la consulta, por lo antes de dejar de hacer lo que te digo, ponte en contacto conmigo para que te diga mi número de cuenta corriente y lo que me debes. Que así por lo menos el dinero no se malgastará con gilipollas. Nada, hija, que me tienes contenta.


(*) Estos casos son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia... o debería serlo.