martes, 20 de noviembre de 2007

Pago los plazos de mi ex... ¡y no sé cómo parar!


CONSULTA #1

Estimada doctora Maiatu:

No sé cómo me he metido en este lío. Hace tres años entró en la oficina el hombre de mis sueños: encantador, divertido, supergalante,... Caí rendida en pocos días. Todas las mañanas me enviaba al trabajo un ramo de rosas, y por las tardes venía a recogerme puntualmente. Se ofreció a hacer la limpieza de mi apartamento,y la compra, y a sacar a mi perrita de mi paseo, qué le voy a contar, era Don Perfecto cien por cien. Mis compañeras del curro se morían de envidia y yo iba por la vida flotando entre nubes.

A los seis meses ya pensábamos en vivir juntos. Recogí mis cosas, avisé de que dejaba mi apartamento y partí rumbo a una nueva vida de risas y rosas. Y ahí empezó mi desgracia: descubrí que su piso, más que un nidito de amor, parecía el plató de "Con ocho basta". ¡Tenía cinco hijos de su primer matrimonio, el muy desgraciado, de los que no me había hablado! Y hasta un gato que no paraba de meterse con mi pobre "Cuqui", mi encantadora perrita. Estuve a punto de dar media vuelta y largarme allí mismo, pero el hecho de que hubiera desarrendado mi piso me frenó, y decidí probar con la convivencia. Aquello me perdió, las cosas fueron de mal en peor.

El hombre encantador desapareció y apareció el Cromagnon que no lavaba un plato y que a casa sólo venía por las noches a dormir. Y eso si había suerte, porque a veces trasnochaba fuera de casa, que me enteré yo por la prima de la panadera del barrio que se iba a dar un revolcón en su coche con una antigua novia, la muy guarra, que siempre estaba muy dispuesta.

Aguanté tres años de mal en peor. Gritos, peleas, insultos y descalificaciones. Pero era el único hombre con el que funcionaba bien en la cama y claro... el seso tira mucho. Después de uno de aquellos acelerones con los que me obsequiaba de Pascuas a ramos, aprovechó mi estado postcoital para lograr que pusiese mi firma en la compra a plazo de "unas cosillas para la casa", dijo el muy cabrón. Sólo cuando llegó el primer plazo me di cuenta horrorizada de que le estaba pagando la renovación de los electrodomésticos al completo, más sus caprichitos informáticos (consola veo, consola quiero), y otras cuantas chucherías más, por un monto de casi 500 euros al mes, la mitad de mi sueldo, porque una es mileurista de toda la vida y "pa" seguir.

Total, que la bronca fue monumental, y acabé yéndome a casa de mi hermana, y en ese momento me despidieron del trabajo, porque las desgracias nunca vienen solas. Y aquí estoy, cobrando el paro y dedicándo casi la mitad del dinero a pagar los plazos de mi ex, sin posibilidad de alquilar otro apartamento, porque el subsidio de desempleo no da para más. Pero todo túnel tiene su salida y el caso es que últimamente ha empezado a rondarme un vecino (de mi hermana) alucinantemente atento, que me dice unas cosas tan bonitas, y lleva a mi perra de la correa cuando la paseo y bueno, que me hace tilín. ¿Usted qué opina, doctora?


Mari Pepa (Móstoles)(*)


DOCTORA MAIATU:

(Suspiro) Mi consejo es que según te llegue el subsidio del paro cada mes, y una vez descontados los plazos que pagas a cuenta del cabrón número uno, agarres el resto y te vayas de compras, y no pares hasta gastártelo todo el día uno. Una vez que te hayas quedado sin liquidez para el resto del mes, ya puedes acudir junto al cabrón número dos, éste presunto, aunque sospecho que no tardará en aportar pruebas del calificativo. Podrás pasear con él, salir de copas con él, y hasta tener "seso" con él tranquilamente.

Si en algún momento hay que pagar algo, lo que sea, explícale que estás en tratamiento psicológico conmigo, y que no tienes ni un duro. Y si él te convence para que no sigas mi consejo, recuerda que aún no me has pagado la consulta, por lo antes de dejar de hacer lo que te digo, ponte en contacto conmigo para que te diga mi número de cuenta corriente y lo que me debes. Que así por lo menos el dinero no se malgastará con gilipollas. Nada, hija, que me tienes contenta.


(*) Estos casos son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia... o debería serlo.

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