domingo, 13 de enero de 2008

Los milagros existen: ¡me encanta mi trabajo!


CONSULTA #20


Doctora Maiatu: soy una fan suya desde que abrió esta consulta virtual. Por eso le escribo, porque me entristeció mucho aquella carta de aquella chica que no lograba encontrar el trabajo de sus sueños. Bueno, quería decirle que no desespere, que es posible, que yo he sido como ella durante casi diez años, pero que finalmente lo he logrado.

En mi caso, había probado tantos trabajos y con tal mal resultado, que estaba muy desanimada. Cada vez que mandaba un currículo nuevo sentía como un peso en el corazón. Pero seguí adelante como pude y me mentalice de que era posible. Me dije: "Voy a encontrar el trabajo que me haga feliz, el trabajo hecho justo para mí va a aparecer en pocos días, ahora por fin tendré un trabajo que no me haga sentir atrapada".

Bueno, pues también me propuse rechazar aquellos trabajos que ya de mano veía que no eran para mí. Tuve una oferta que no era nada en firme, donde me parecía que incluso con el tiempo podrían dejar de pagarme el sueldo, y otra que no tenía ninguna ventaja económica. Y las rechacé las dos, haciendo de tripas corazón, porque en aquel momento necesitaba dinero y debería haber aceptado cualquier cosa, si hubiese hecho caso a mi miedo.

Pronto empezaron a aparecer más anuncios en el periódico, ofertas que me apetecían más. Yo soy periodista de profesión y miserias, porque este trabajo es así, mal pagado toda la vida y muchas horas, y si tienes contrato ya te puedes dar con un canto en el pecho. Pues yo me propuse el más difícil todavía: encontrar un trabajo de periodista bien pagado y con contrato,y encima donde estar a gusto.

Cuando me llamaron para la entrevista, fui decidida a decir que no si no me agradaba algo. ¡Qué coño, había llegado tan lejos que no iba a rendirme ahora y aceptar un trabajo que no me gustase! La entrevista resultó curiosamente insípida, sin embargo. No me dio ninguna pista sobre lo que podía resultar. Pero me ofrecían Seguridad Social, un buen sueldo y vacaciones... Y ejercer el periodismo, aunque fuese ese periodismo descafeinado que se estila ahora. Por lo menos, no era para perseguir personajillos de la tele micrófono en ristre.

Me dijeron que me necesitaban inmediatamente. Era en el centro de mi ciudad, la redacción. Otra cosa positiva: no tendría que andar ni conducir largas distancias. Y allí me presenté. Empecé con desconfianza: en ocasiones anteriores me había entusiasmado mucho las primeras semanas, para luego llevarme la gran torta una vez que empezaba a ver la realidad como era. Pero esta vez decidí tomármelo con calma.

Poco a poco, le fui cogiendo el tranquillo a mi nuevo curro. Es el día a día de las noticias. El periódico lo lee mucha gente, porque es gratuito. Y está bien pagado, por fin tengo dinero de sobra, pagas extras y llego a fin de mes. Además, el periodismo que hacemos no es tan descafeinado como pensé en un principio. Se publican denuncias y se hacen reportajes de investigación. Lo mejor es que hay días de descanso todas las semanas y luego unas vacaciones largas de verano, ¡benditas sean! Mis compañeros son buena gente, no se meten con nadie, incluso he llegado a hacerme una amiga, una compañera muy maja que trabaja en otra sección. En caso de apuro, todo el mundo arrima el hombro, y no hay zancadillas ni puñaladas traperas, lo cual es muy de agradecer, visto lo visto en otros medios de comunicación.

El director, nuestro jefe, es un tío retraído, pero no es mala gente. Yo he procurado no cotillear ni criticarlo, sencillamente hacer mi trabajo bien. He podido comprobar que las murmuraciones y las críticas a espaldas de la dirección envenenan tu trabajo y al final se crea un ambiente que no hay quien lo aguante, así que ahora paso de todo eso, hago lo que hay que hacer, y vivo feliz. Si en algún momento quiero comentar algo, lo comento en casa con mi marido y nadie más.

Total, que poco a poco me ha ido gustando más y más mi trabajo. Por fin hago lo que me gusta sin presiones ni malos rollos. Por fin me siento a gusto yendo al curro los lunes, es como mi segundo hogar. Y ya llevo dos años y medio en el mismo sitio, ¡todo un récord para mí! Incluso me han comentado desde la dirección general del medio en Madrid que se ha pensado en ascenderme. Por supuesto, todos los años me aumentan convenientemente el sueldo, pero un ascenso sería ya la guinda del pastel.

Cuento todo esto para que esa chica siga soñando con su trabajo ideal. ¡Es posible, sólo tiene que seguir soñando un poco más y listo! Y gracias por su maravilloso consultorio, doctora. No me imagino qué caso único tiene usted "en nevera" para mostrarnos en las próximas semanas. :-) Pero lo espero con impaciencia.


Rosa López (Uviéu, Asturies) (*)


DOCTORA MAIATU:


Ni te imaginas las cartas que me están llegando, querida. Carne fresca, ñam, ñam. Pero cada cosa a su tiempo. Muchas gracias por tus alabanzas y también por esta preciosa carta. Que aunque éste sea un consultorio para deseperados, de vez en cuando viene muy bien un soplo de aire fresco, una carta positiva que nos comunique que uno /una puede encontrar el trabajo de su vida, el amor de su vida, o el coche de su vida... lo importante es pasarlo bien sin ofender a nadie y disfrutar de este mundo al máximo. Que cuando nos vayamos podamos decir: "¡Uf, qué juerga me he corrido en el planeta Tierra!" ¡A ello, amigos! ¡Y bravo por ti, María!



(*) Estos casos son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia... o debería serlo.


martes, 8 de enero de 2008

Mi mejor amiga se ha casado con un cabrito


CONSULTA #19


Tengo una buena amiga desde hace más de 20 años; lo típico de que fuimos juntas a la escuela, luego seguimos viéndonos e incluso gracias a mí conoció al que hoy es su marido. Y bien que me arrepiento: era un amigo del mismo grupo de otra amiga. Al principio todo parecía ir bien; el chico era algo especial, en cuanto abría la boca soltaba cada gilipollez..., pero mi amiga parecía feliz con él y yo lo dejé correr. Total, como afortunadamente sólo lo veía de Pascuas a Ramos...

El problema viene de que, desde que se ha casado mi amiga, cada vez éstamos más distanciadas. Y no es la típica distancia de que ella está ahora casada y es lógico, no. Es algo más. Ella ha empezado a decirme mentiras, que se le notan porque la pobre no es de muchas luces, y también es como si estuviera programada, ¡cada vez se parece más al imbécil de su marido! Últimamente tiene cada ocurrencia... que son auténticas estupideces... yo al principio le respondía y le decía: "¿Pero cómo se te ocurre decir eso, qué quieres, andar toda la noche sólo por ahorrarte un taxi? " (Es un ejemplo, es que, encima de cutre, su marido es más agarrado que una garrapata). Bueno, las conversaciones cada vez eran más surrealistas y además yo notaba al maromo malmetiendo por detrás. Así que ahora apenas nos vemos. Es una auténtica lástima. ¿Cómo es posible que una buena amistad de tantos años se rompa gracias a un impresentable? ¿Es que las mujeres no tenemos personalidad?
Cruz Tacia (Coruña) (*)

DOCTORA MAIATU:


Lo que me cuentas es casi tan antiguo como el mundo: si nos ponemos a hablar de feminismo, yo me apunto la primera, pero en cuanto llega mi marido a casa corro como una pipiola a contarle todos los cotilleos del día y a pedirle ayuda si la necesito. Debe ser algún gen defectuoso que nos colocó Dios al crearnos porque, siendo hombre y viendo que éramos las mujeres superiores, quería tenernos controladas. ¿No ves que la Biblia habla de "la costilla de Adán"? Ése debía ser el nombre del chip controlador por aquella época. Y otra cosa: ¿no ves el éxito que tiene la serie "Escenas de Matrimonio", del Moreno? ¿No te dice nada? Intentar luchar por tu amistad mientras siga casada tu amiga es una locura. Mi consejo es que tú a lo tuyo, y pasando. Te apuesto cinco contra uno a que dentro de un lustro, una década como máximo, un día suena el teléfono y es tu amiga de antaño, balando como una corderita y gimiendo porque el maromo se le ha ido con otra y no le ha dejado ni los enchufes de la casa. Un cabroncete siempre es un cabroncete, y acaba enseñando su casta.


(*) Estos casos son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia... o debería serlo.

jueves, 20 de diciembre de 2007

La familia quiere conocer a mi novio ficticio




CONSULTA #18

Aquí estoy otra vez, doctora, y muy agradecida por haberme enseñado a decir "No" (y le ruego que NO insista, porque NO voy a prestarle dinero) -véase post anterior-. Dirá usted que no gano para sustos, volviendo a escribirla tan pronto, pero es que últimamente...

Al grano, a ver si se le ocurre algo: que he tenido comida familiar y, como siempre, mis tíos, mis padres y demás pesados de mi familia no pararon con las indirectas, y directas, de que a ver cuándo me agenciaba un novio, que a los 40 años que tengo se me ha pasado el arroz hace tiempo (¡si ven los consoladores alucinan! )-de nuevo, véase post anterior, y dale que te pego... Hasta que no pude más y les solté que no era asunto suyo, pero que tengo novio, más o menos formal, desde hace cinco años.

Los dejé con la boca abierta y calladitos, como yo quería. Pero sólo les duró cinco minutos.

Y entonces mi madre empezó a lloriquear, y a recriminarme por no haberles contado que tenía novio. "No nos tienes en cuenta para nada, eres una insensible...", y así siguió un buen rato.

Se montó una buena. Todos hablando de lo rara que yo era, y haciéndome preguntas sobre mi supuesto novio. La cosa cada vez se ponía peor, y yo no sabía cómo salir del apuro. Al final, mi madre insistió en que mi "novio" acudiese a nuestra cena de Nochevieja, para que toda la familia pudiese conocerlo. Y no admitirá un "no" por respuesta.

¿Se le ocurre algo para salir del paso, doctora?

Conchi Peso (Luerca, Zaragoza) (*)

DOCTORA MAIATU:

Di a tu familia que has cortado con él, precisamente porque cuando le invitaste a la cena él rehusó conocer a tu familia, porque dijo que te quería sólo para él y que las familias respectivas sólo servirían para enredarlo todo. A eso tú respondiste (siempre según esta historia) que para ti la familia lo es todo. Esto te hará quedar como una heroína delante de tu madre y demás parentela, que se sentirán queridos. Además, tardarán un tiempo despúes de esta tremebunda historia en volver a preguntarte por novios. Ah, y cuando tengas novio de verdad, apártalo de ese tumulto cuanto puedas.

(*) Estos casos son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia... o debería serlo.

Compré 36 consoladores por no saber decir "no"


CONSULTA #17


Soy soltera, doctora Maiatu, y vivo sola. La verdad, sé que la gente anda como loca buscando pareja, pero yo vivo muy bien así, y no siento que me falte nada. Si sale, sale, pero si no... pues a disfrutar de la vida igual. Bueno, eso era hasta el pasado fin de semana, en que se me ocurrió darme una vuelta por el centro comercial que está al lado de mi casa.


Me fijé en que habían abierto una tienda nueva y entré a curiosear. Era una mezcla de "sex shop" y tienda de regalos "friquis", con mucho paño negro por el techo, muñecos que se movían y pegaban alaridos... muy chula pero no era mi estilo.


En éstas que me doy la vuelta para irme, y que me atrapa el vendedor, interceptándome el paso. Yo empiezo a temblar, como un insecto cogido en una telaraña. Y es que tengo que decirle, doctora Maiatu, que uno de mis mayores defectos es que soy casi incapaz de negarme a algo. Me pasa desde pequeña, que me cuesta muchísimo, y no sé por qué. Para disimular, suelo hacerme la distraída.


Pero este vendedor fue demasiado listo para mí. Todo fue cosa de cinco minutos. Empezó a hablar sin parar, cogió un aparato del estante, y me lo enseñó, y bla, bla, bla... y antes de que me diera cuenta estaba sacando la tarjeta de crédito, y pagando. Dijo que era bueno tener más de uno, por si acaso, y yo asentí hipnotizada. Y le dije que me llevaba todos los que tenía. Pareció un poco sorprendido, pero en seguida me lo cargó en cuenta.


Y me lanzó una bolsa grande.


Yo seguí por el centro comercial adelante como atontada. Tardé cinco minutos en despertar, y entonces eché un vistazo a la bolsa. ¡Y allí estaban, 36 consoladores nuevecitos y listos para entrar en funcionamiento! Corrí al cajero y ví que me había gastado mis ahorros en la compra.


No soy capaz de devolverlos, doctora Maiatu, no me pida eso, seguro que salgo con otro montón de atrocidades si vuelvo a la tienda y me encuentro al mismo vendedor.


Estoy dispuesta a quedarme con los consoladores como castigo a no ser capaz de decir "no", pero me gustaría que me sugiriera algún truco para aprender a negarme en el futuro.


Conchi Peso (Luerca, Zaragoza) (*)



DOCTORA MAIATU: Hummm... tendrías que practicar delante del espejo, y poco a poco... Pero mientras tanto, ¿por qué no me prestas tres mil euros, que tengo mucha urgencia de dinero? Te envío mis datos y cuenta bancaria a tu e-mail. Gracias, Conchi, te los devuelvo en cuanto pueda, eres un cielo.


(*) Estos casos son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia... o debería serlo.

Enseñé mis partes a todo el Instituto sin querer


CONSULTA #16
Tengo 15 años, me llamo Lucía, y estoy desesperada, doctora. No tengo a quien consultar, porque me muero de la vergüenza. Y tampoco puedo volver al Instituto después de lo que me pasó: llevo una semana haciendo "pellas" y me paso el día andando de aquí para allá, sin querer ir a clase. Mi madre no se ha enterado de milagro, porque he falsificado su firma y enviado una carta diciendo que tengo gripe.

Pero lo peor, la causa de todo, ocurrió el viernes. Empezó como un día normal, con los "profes" soltando el mismo rollo de siempre y demás. Sin embargo, a media mañana se oye por el altavoz que el director nos convoca a todas las clases al salón de actos. A todos nos pareció muy bien, así nos saltábamos el resto de la clase, que ya estábamos medio "zumbaos" de oír al "pedorro" de Química.

En el salón de actos, el director empezó a explicarnos los actos de Navidad que se iban a organizar en el centro. Y entonces, no sé qué me pasó, todo se volvió borroso, y fui cayendo, cayendo... Me contaron después que caí a plomo al suelo, desmayada. Me golpeé contra la fila de asientos de delante, pero no fue mucho. Es cierto que soy dada a caídas de tensión, pero aquella fue la primera vez que me pasa así, de golpe. Normalmente tengo tiempo de sentarme o tumbarme, y apoyar la cabeza.

Pues entonces, según me dijeron después, una chica de Segundo de ESO, bastante creída ella, y que estaba cerca de mí, los hizo apartar a todos de mi alrededor, ya que todo el Instituto se había girado hacia donde estaba yo, al oír el golpe, y los gritos de los que estaban a mi lado. Antes de que nadie pudiera impedirlo, parece ser que les gritó a todos que ella iba a estudiar Medicina, que sabía de estos casos, y que lo mejor era ¡zas! levantarme las piernas en ángulo recto para que la sangre me llegase al cerebro.

Y ni corta ni perezosa... con la mala suerte de que por primerísima vez en mi puñetera vida, aquel día me había puesto faldita... sin bragas debajo. Es que habíamos estado hablando unas compañeras y yo de lo "sexy" y atrevidas que parecían aquellas actrices a las que pillan los fotógrafos en el peor momento y sin ropa interior.

Todo el Instituto rompió a reír al ver aparecer mis piernas entre la muchedumbre, pero después hubo más que risas. Lo vieron todo, todo, de mis partes más íntimas. ¡Y sin depilar! Unos desde una perspectiva, otros desde otra. Ni en "Interviú", doctora. "¡¿Hostia, ¿te has fijado?!", "¡Qué fuerte!", me contó una amiga que se decían unos a otros. :-(

Una pesadilla total. En dos minutos llegó el director y el resto de los profesores, que estaban más alejados, y censuraron el espectáculo. Pero para entonces yo ya había empezado a recuperarme y a entender el horror de lo que estaba pasando.

Aquel día fui la comidilla del centro. Risas, groserías, gestos sucios, bueno, imagínese. Desde entonces no he vuelto. No le veo solución a esto, y no me atrevo a contárselo a mis padres.
Lucía H. (Hidalgüelo) (*)


DOCTORA MAIATU:

Menudo marrón, chica, te comprendo perfectamente. Pero para empezar, me acuerdo de una cosa que me decía mi madre, ¡y qué razón tenía!: "Dentro de 10 años ni te vas a acordar de esto, ni de lo preocupada que estuviste". Y luego, que si te llega a pasar lo que te pasó 40 años antes, se monta la de San Quintín, pero afortunadamente en esta época en que todo el mundo se destapa, tu caso es uno de tantos. ¿Más tranquila ahora?

¿Qué cómo lo arreglas? Yo iría a ver al director, o si te da "corte", a algún profesor / profesora con la que tengas confianza, y le contaría lo mal que lo estás pasando, y si te podrían ayudar dando una clase generalizada sobre la aceptación de la propia imagen y el propio cuerpo, en el mismo salón de actos donde te pasó todo. Dile que así, a partir de ese momento, podrías reintegrarte a las clases con normalidad, y que si no estás en riesgo de convertirte en un nuevo caso de acoso escolar. Que ya estamos en el siglo XXI y los adolescentes, aunque han evolucionado, aún no tienen clara la belleza del cuerpo humano, incluida la pelvis y el culo, cómo no. Y siguen sin aceptar sus cuerpos normalmente, como tampoco hace la población en general. Es hora de empezar a cambiar esto, ¿no crees?







nudis_lc.queroumforum.com

(*) Estos casos son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia... o debería serlo.

miércoles, 12 de diciembre de 2007

Mi hijo me trae "okupas" a dormir a casa


CONSULTA #15

Tengo dos hijos, un chico y una chica adolescentes, y desde pequeños los he educado para que fueran tolerantes con los demás y echasen una mano al prójimo siempre que pudieran. El problema es que mi hijo se ha tomado la lección demasiado al pie de la letra y ahora, cuando sale "de marcha", se compadece de cualquier chaval que ve por ahí tirado en las aceras, entre un bar y otro, y si se entera de que no tiene donde dormir, pues se lo trae a casa a dormir al sofá del salón, tan pancho.


El otro día me llevé un susto morrocotudo por ese motivo. Me desperté con sed a las tres de la mañana, y me fui a la cocina a por un vaso de agua. Y de repente, en el salón distingo un bulto. El corazón se me fue a la boca, y me quedé helada. ¡Nos ha entrado alguien!, pensé. Y en éstas, el bulto se vuelve, y es un veinteañero con unas greñas espantosas, bastante sucio y peor vestido, que me saluda alegremente: "¡Hola, tronca! ¿Dónde tenéis el baño?". Y se va pasillo adelante.


En vez de un vaso de agua, me preparé una tila doble aquella noche. Y luego fui a mi dormitorio y arrimé una mesa contra la puerta, pero aún así no pude pegar ojo. Desde entonces, han sido dos o tres veces las que mi "bendito" hijo ha traído desconocidos a casa. Aplica la Biblia al pie de la letra, y eso es lo que me dice cuando he tratado de que bajase un poco el ritmo misionero. "Pero, mamá, ¿no es esto lo que tú me habías enseñado? ¿Y no te dan pena esos pobres tíos que no tienen a donde ir y han de pasar la noche al fresco?" Cuando le señalo que seguramente esos "pobres tíos" tienen a alguien en alguna parte, y que no sabemos sus antecedentes, él me llama desconfiada, retrógada y carca, y dice que soy una farisea, porque predico una cosa y hago la contraria.


Y entonces yo me quedo sin palabras.


Recurro a usted, doctora, porque estoy divorciada y con mi ex marido no se puede contar, ni ahora ni nunca. ¿Hay alguna forma, que se le ocurra a usted, de que mi hijo deje de traer extraños a casa, sin que tenga que sentirme yo mal por ser una "farisea"?



Mari Luz (Pozuelo) (*)


DOCTORA MAIATU:


Podrías probar el método "sucio", que suele ser el más apropiado. La próxima vez que aparezca un chaval de ésos en tu salón, dale 100 euros (caro, ya lo sé, pero a grandes males...) para que se vaya en seguida. Dile que es un favor que te hace, que necesitas el salón, y que estás tan agradecida que además puede llevarse una de las chucherías que seguro tienes por casa, a poder ser alguna cosa que aprecie tu hijo, como la Play Station, por poner un ejemplo. ;-) Ah, y secreto absoluto, recuérdale, esquiva a mi hijo si lo ves, porque este es un trato entre nosotros, y no sabes cuánto te lo agradezco... El chico seguro que se va flipado pero feliz de la casa. Con 100 euros y una Play Station por el morro, tú me dirás.


Y llega la mañana, y el disgusto monumental de tu hijo al ver que su acogido ha resultado ser un ladrón y un aprovechado. Y entonces tú pones caritas y le hablas de lo de la "otra mejilla", y que hacer obras de caridad es complejo, y hay que tener cuidado, y etcétera. Es más fácil que entre en razón después del "robo" que antes, ¿no crees?


Pero si aún así persevera, entonces ríndete. Ese chico tuyo tiene vocación para ingresar en una orden religiosa. Empieza a buscar convento.

(*) Estos casos son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia... o debería serlo.

Tengo un armario empotrado en medio del salón


CONSULTA #14


Lo del mercado inmobiliario no tiene nombre, doctora. No se puede imaginar cómo me han dejado mi piso, unos constructores desgraciados que parecen aquellos Benito y Manolo de "Manos a la obra", ¿se acuerda? Ya debería haber empezado a mosquearme cuando por las buenas empezaron a hacer una planta de garajes más, y eliminaron todos los adornos de la fachada, hasta dejar el inmueble estilo "soviet" y sin gracia.

Pero el susto me lo llevé cuando, tras muchos meses esperando y diversas demoras a las que no dimos importancia, nos fuimos felices a la entrega de llaves. Todo iba bastante bien hasta llegar al salón, pero allí, ¡horror!, ¿qué veo? ¡Un gigantesco armario empotrado sobresale de la pared y se adentra en la habitación! Era como una de esas gigantescas espinillas que te salen cuando adolescente y te afean la cara y no hay forma de luchar contra ellas.

Me he peleado con los promotores, y los he denunciado, pero no le veo mucho remedio. Al ser el armario empotrado, tendríamos que tirar abajo sus paredes y parte de la pared del salón. Y todo eso nos costaría bastante, una fortuna de la que no disponemos,... Y hasta que se falle el juicio, tampoco vamos a conseguir un duro de los promotores. ¿Se le ocurre cómo disimular el desaguisado?


Coral Mañado (Ponferrada) (*)

DOCTORA MAIATU:

De disimular, nada, chachina. Tú enseña el piso bien ancha a tus amistades y cuéntales que ese armario es la última moda en decoración. "La habitación que se guarda a sí misma", o algo así, diles que es el concepto. No te cortes ni enrojezcas, y mantente en tus trece, acabarás convenciéndolos y verás cómo más de uno te imita. Y envía recortes a las revistas de decoración, que ofrecen premios a la colocación de muebles más original. A nadie se le había ocurrido situar un armario en medio del salón, eres la primera, una pionera... ¡Es genial!

(*) Estos casos son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia... o debería serlo.