
DOCTORA MAIATU:
Tengo dos hijos, un chico y una chica adolescentes, y desde pequeños los he educado para que fueran tolerantes con los demás y echasen una mano al prójimo siempre que pudieran. El problema es que mi hijo se ha tomado la lección demasiado al pie de la letra y ahora, cuando sale "de marcha", se compadece de cualquier chaval que ve por ahí tirado en las aceras, entre un bar y otro, y si se entera de que no tiene donde dormir, pues se lo trae a casa a dormir al sofá del salón, tan pancho.
DOCTORA MAIATU:
Podrías probar el método "sucio", que suele ser el más apropiado. La próxima vez que aparezca un chaval de ésos en tu salón, dale 100 euros (caro, ya lo sé, pero a grandes males...) para que se vaya en seguida. Dile que es un favor que te hace, que necesitas el salón, y que estás tan agradecida que además puede llevarse una de las chucherías que seguro tienes por casa, a poder ser alguna cosa que aprecie tu hijo, como la Play Station, por poner un ejemplo. ;-) Ah, y secreto absoluto, recuérdale, esquiva a mi hijo si lo ves, porque este es un trato entre nosotros, y no sabes cuánto te lo agradezco... El chico seguro que se va flipado pero feliz de la casa. Con 100 euros y una Play Station por el morro, tú me dirás.
Y llega la mañana, y el disgusto monumental de tu hijo al ver que su acogido ha resultado ser un ladrón y un aprovechado. Y entonces tú pones caritas y le hablas de lo de la "otra mejilla", y que hacer obras de caridad es complejo, y hay que tener cuidado, y etcétera. Es más fácil que entre en razón después del "robo" que antes, ¿no crees?
Pero si aún así persevera, entonces ríndete. Ese chico tuyo tiene vocación para ingresar en una orden religiosa. Empieza a buscar convento.
(*) Estos casos son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia... o debería serlo.
Coral Mañado (Ponferrada) (*)
DOCTORA MAIATU:
De disimular, nada, chachina. Tú enseña el piso bien ancha a tus amistades y cuéntales que ese armario es la última moda en decoración. "La habitación que se guarda a sí misma", o algo así, diles que es el concepto. No te cortes ni enrojezcas, y mantente en tus trece, acabarás convenciéndolos y verás cómo más de uno te imita. Y envía recortes a las revistas de decoración, que ofrecen premios a la colocación de muebles más original. A nadie se le había ocurrido situar un armario en medio del salón, eres la primera, una pionera... ¡Es genial!
(*) Estos casos son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia... o debería serlo.