miércoles, 12 de diciembre de 2007

Usa el lavabo de la oficina para sacarse semen







CONSULTA #13


Esta consulta es muy, muy delicada, pero es que la situación es tan insólita que tenía que preguntarle a alguien. Tengo un compañero de trabajo que es bastante buena persona; rarito, sí; con un montón de manías y ocurrencias peregrinas, también; pero no es mal tío en conjunto. El caso es que se ha casado hace tres años, y que le han diagnosticado que lo va a tener crudo para tener un hijo. Es más, el médico ha llegado a preguntarle si trabajó en alguna ocasión cerca de Chernobyl, para que vea usted como tiene de mal el aparato.



Total, que ahora ya han dejado el sistema de siempre para engendrar, y él y su mujer se han lanzado como locos al campo de la inseminación artificial, buscando triunfar a través de la ciencia, ya que la Naturaleza parece reacia. Toda esta historia la sé de su propia boca. Hasta aquí, pues bueno... les pasa a muchas parejas y quizá acaben teniendo suerte.



Pero el problema es que me ha metido a mí en el lío. Porque en mi oficina el jefe es de los antiguos, de los que sólo admiten que los trabajadores curren de sol a a sol, y además vengan los sábados. Claro, a mi compañero lo primero que le han pedido en la clínica adonde va ahora es una muestra de semen, pero la clínica cierra a las ocho, y por lo visto lo del semen tiene que ser entregado fresquito, nada de bromas. Así que un día viene y me dice que por favor que le ayude, que a última hora de la tarde va a tener que meterse en el lavabo de la oficina durante por lo menos tres días, a meneársela y sacarse semen, y luego salir disparado para entregarlo a la clínica. Y que necesita que mientras él está dentro del lavabo enzarzado en la faenita, yo le vigile la puerta por si apareciese el jefe, para cortarse en seco y abortar la maniobra hasta mejor fecha.



Y en éstas llevamos una semana, y ni una muestra de semen ha conseguido todavía, el desgraciado. Porque el jefe parece que tiene un sexto sentido (los jefes parecen tenerlo siempre, supongo que por eso habrán llegado a jefes, digo yo), y aparece cerca del lavabo justo cuando el otro acaba de entrar. Y yo, hala, me llevo cada susto, y entre sudores tengo que abrir la puerta y toser para avisar, y me siento ridículo, y esto no se acaba nunca...



Total, que el sainete me está destrozando los nervios, que vivo sin vivir en mí, por un marrón que ni me va ni me viene, y que... dios, empiezo a odiar mi propia pilila, porque me recuerda toda la película. ¿Se le ocurre algo para salirme de ésta y recuperar mi vida normal, doctora Maiatu?




Pedro Alapista (Concepción del Arenal) (*)





DOCTORA MAIATU:

Si como parece, tú conoces a la mujer de tu compañero, la solución primera que se me ocurre es la siguiente: vas, la llamas para que llore en tu hombro, la seduces (cosa fácil porque debe andar muy necesitada), la embarazas en un aquí te pillo, aquí te mato, y se acabó el problema. Todo el mundo contento y feliz, y a otra cosa mariposa.




(*) Estos casos son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia... o debería serlo.

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